Si viajáramos hasta finales del siglo XIX en los alrededores de la plaza de la parroquia del Sagrado Corazón en Pere IV ya no estaríamos en el barrio de Provençals del Poblenou, sino en el del barri del Tomàquet. ¿Por qué se escogió una verdura para nombrar un barrio?
La historiadora María Teresa Mirri Larrubia defendió en su tesis doctoral que su denominación se debe a la existencia de campos dedicados al cultivo de tomates en esa zona. Aunque también tenía otro nombre, Can Pol porque estaba alrededor de la fábrica de estampados de Claudio Paul, la actual La Escocesa.
En el blog divulgativo Pla de Barcelona se afirma que en las casas de los alrededores de Pere IV con Selva de Mar se colgaban los tomates a secar en las ventanas. Esta era la última visión que tenía la gente que salía de la ciudad, popularizando así este peculiar nombre.
Sea cuál fuera la razón por lo que se escogió esta toponimia es innegable la importancia que tuvo la actividad agrícola en esta zona del Poblenou. Semillas Fitó inició aquí su actividad en 1880 y todavía hoy tiene sus dependencias en calle Selva de Mar. También se encuentra aún el vivero de Ca l’Agustí y la Hermandad Sindical de Labradores y Ganaderos tenía una delegación en el eje de Pere IV, entre Treball y Agricultura.
En la actualidad se puede vislumbrar una parte de este barrio alrededor de la plaza de la parroquia del Sagrado Corazón en Pere IV. Delante se conservan algunas de las antiguas viviendas obreras junto a la Escocesa. La fábrica se convirtió en centro de innovación cultural por un grupo de artistas en los años 90. En 2017 el ayuntamiento de Barcelona compró el 97% del recinto fabril para albergar un centro de innovación alimentaria y potenciar la cultura como parte del plan estratégico para culminar el 22@.