Jorge Carrión – El pasajista incansable

Jorge Carrión nació en Tarragona en 1976, creció en Mataró, viajó por medio mundo y ha residido en varias partes de Barcelona, pero desde el año 2015 vive y disfruta de nuestro barrio, el Poblenou. Es doctor en humanidades por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y director del Máster en Creación Literaria de esta universidad. Publica regularmente en diversos medios, entre ellos la sección de opinión en español del Washington Post La Vanguardia. Es autor de las novelas Los muertos, Los huérfanos, Los turistas, Los difuntos, Membrana y Todos los museos son novelas de ciencia ficción; y de varios libros de no ficción, entre los que destacan Australia. Un viaje, Teleshakespeare, LibreríasBarcelona. Libro de los pasajesContra Amazon y Lo viral. Con el dibujante Sagar ha publicado dos libros de cómic: Gótico y Barcelona. Los vagabundos de la chatarra, la primera novela gráfica periodística publicada en España. Una crónica social que además del submundo de la chatarra nos narra la realidad del puerto de Barcelona, el mercado de Els Encants, la vida cotidiana y el desalojo de la nave de la calle Puigcerdà y los campamentos de Poblenou.

El Poblenou del s.XXI
El Poblenou del siglo XXI

Antes vivía en el Eixample ¿no? ¿Cuándo decidió hacer el cambio al Poblenou?, ¿Qué es lo que más le llamó la atención cuando llegó aquí?

Vivíamos en la calle Ausiàs March, cerca de la plaza Urquinaona. La verdad es que había descubierto el barrio gracias a mis paseos con Sagar para el cómic y en solitario para documentarme sobre los pasajes. Pero lo percibía lejano. Enseguida nos dimos cuenta de que era una percepción errónea, de que está muy cerca del centro de la ciudad y muy conectado. Pero, al mismo tiempo, por su vida de barrio, o de pueblo, y por la playa, te permite desconectar.

Después de leer su ensayo Barcelona. Libro de los pasajes (2017) podemos afirmar que usted es pasajista o pasajerista ¿con qué término está más cómodo?, ¿hay diferencias entre un pasajista y un paseante? 

Me inventé esos términos para el libro, porque es verdad que no es lo mismo pasear por calles, plazas y avenidas que hacerlo por pasajes. Los pasajes tienen otra textura, otra naturaleza, son interrupciones del tejido urbano, máquinas del tiempo, te transportan a menudo a la ciudad antigua. Soy un amante de los pasajes. También me considero un paseante urbano. Pero me gusta la palabra pasajista o pasajerista o pasajero, me identifico con lo que pueden significar.

Después de recorrer todos los pasajes de Barcelona ¿se puede entender esta ciudad sin conocer sus pasajes?

Yo creo que te pierdes una dimensión secreta de la ciudad si no has recorrido el pasaje Bacardi o el Permanyer o el del Camp. Forman una red de cerca de cien pasajes memorables, dentro de otra red de unos cuatrocientos con ese nombre, que realmente son mágicos. Yo los veo como una alternativa horizontal del skyline vertical de la ciudad, el de la Torre de les Aigües, la Sagrada Familia o el Tibidabo.

Passatge Ali Bei mantiene su esencia mientras se desarrollan las calles aledañas

¿Qué singularidad tiene el Poblenou? ¿Tiene algo que no se encuentre en otro lado?

Me gusta su diálogo entre dos épocas: en cinco minutos pasas de la ciudad de los pescadores y las fábricas del siglo XIX a la ciudad de la tecnología más avanzada del siglo XXI. Tiene bares muy tradicionales y locales hipster. Y una constelación de espacios culturales que creen en el patrimonio y lo conservan, con espíritu contemporáneo: la Sala Beckett, el Ideal, la librería Nollegiu…

Imagino que ya habrá andado y desandado El Poblenou después de años viviendo aquí, ¿Estos paseos han cambiado su percepción del barrio? 

La ha enriquecido. Ahora paseo sobre todo con mis hijos. Nos gusta jugar a perdernos. Uno de ellos elige una dirección imprevista. El otro después escoge otra. Así descubrimos rincones que no conocíamos. Es un barrio perfecto, creo, para crecer. Tiene parques, playa, dos excelentes bibliotecas públicas, es amable.

En una entrevista al artista Francesc Ruestes le comentó que lo que hace que una ciudad tenga interés es la existencia de secretos. Secretos que invitan a explorarla, a perderte por ella, que te desafían. ¿Qué secreto podremos descubrir andando por el Poblenou?

Quizá el de su heterogeneidad. Nos da una lección de democracia y de urbanismo: todas las épocas, todos los estilos, lo local y lo internacional, lo más clásico y lo más nuevo pueden convivir de un modo respetuoso. Hay gentrificación, pero también hay voluntad de que no se pierda lo singular. 

Casa Antoni i Serra
En el Poblenou el pasado y el futuro se fusionan

Barcelona. Libro de los pasajes (2017) define el Pla Cerdà como esa máquina de expandir cuadrícula urbana, triturando a su paso como un tractor campos de cultivo y masías y acequias y arboledas y torrentes y aldeas diminutas. ¿Qué supuso para el Poblenou la aplicación del Pla Cerdà?

Fue relativa. Quedó interrumpida hasta que la Diagonal, como ya previó Cerdà un siglo y medio antes, llegó al mar. Entonces, en las manzanas alrededor de la Diagonal, en la nueva parte de la Rambla del Poblenou, el plan se pudo aplicar en el espíritu original, con zonas públicas en el interior de manzana. Y también se pudo crear la superilla, que interpreta y moderniza, de un modo brillante, la esencia del plan Cerdà.

En este barrio hay un gran esfuerzo por conservar su pasado fabril, ¿Se está haciendo a costa de olvidar otras realidades como la de los pescadores, por mencionar una de las más obvias?, ¿Está respetando El Poblenou la memoria de su historia o solo está conservando una parte de su pasado, el fabril?

Es muy difícil juzgar las políticas de preservación patrimonial y de la memoria. Me gustan las placas que en el suelo de la Rambla recuerdan a grandes personajes del Poblenou, pero esos nombres cada vez significarán menos. Entiendo que el barrio fue importante por su industria, pero que su pesca no destacaba si se compara con la de Badalona o la Barceloneta. Creo que sería importante intentar que haya más empresas que reforman naves y edificios emblemáticos, en vez de derribarlos y suplantarlos por arquitecturas que podrían estar en cualquier otro lugar del mundo.

Barcelona tiene una larga tradición de tertulias y salones culturales, ¿por qué no se conocen en el Poblenou?

Supongo que los hubo pero no destacaron. Ahora las hay, sin duda, en las librerías Etcètera y Nollegiu. Y, entre cuentos y canciones, en La Petita. Por otro lado, la conversación se da ahora en gran parte en internet.

Placas en la rambla del Poblenou
En 2020 se instalaron 14 placas para recordar personas vinculadas al barrio

¿Es el Poblenou el nuevo polo cultural y creativo de Barcelona?, ¿Es el Poblenou, un nuevo barrio de Gracia (alternativo, cultural…)?

Yo veo mucha actividad y muy interesante. Pero ya no vivimos en un mundo de centros, todo está en red. Durante algunos años el Poblenou fue barato y atrajo talleres de artistas. Muchos están ahora en Hospitalet. Pero sigue la actividad. Hace un año abrió la librería La Insòlita frente a la sede de la editorial Trampa. El otro día celebró su aniversario con Bob Pop y mucha gente y fue memorable. Focus amplía su local y lo abre al barrio y a la ciudad. La Torre Glòries ha inaugurado el Mirador. Y un largo etcétera. Somos afortunados.

En el Poblenou se asentaron industrias de sectores muy diversos, destacando el sector textil, químico, metalúrgico o alimentario ¿Cree acertado la apuesta por el cambio hacia el sector tecnológico?

Sí. Barcelona es una ciudad muy atractiva y puede atraer talento internacional. El barrio se ha convertido en una zona llena de coworkings. Pero hay que regular a Amazon, Glovo o Facebook. No se trata de conseguir que lleguen empresas tecnológicas a cualquier precio. Y hay que impulsar las start-ups y las agencias creativas locales. En el barrio hay talleres de impresión y de arte, estudios de diseño, agencias de reciclaje o de museografía, editoriales. Pueden y deben convivir con las empresas de tecnología. Lo que importa es apostar por la creatividad y la cultura, como sector económico, en alianza con la investigación tecnológica.

22Norte Barcelona
El 22@ ha transformado un barrio anclado en el pasado industrial en un motor económico

¿Cómo cree que esta apuesta por las oficinas va a cambiar la vida diaria del barrio?

Sin duda cuando se hace más visible es a la hora de la comida, cuando los restaurantes y los parques se llenan de todos esos empleados invisibles durante el resto de la jornada. Pero también se están construyendo viviendas, algunas sociales, y es importante que esa población flotante, laboral, no monopolice el barrio, que éste esté realmente vivo.

¿Cuál es el futuro que le espera al Poblenou?

Siempre nos equivocamos sobre el futuro. Tal vez la guerra de Ucrania y la inflación interrumpan la actividad económica actual. Pero si sigue como hasta ahora, en esta década se completará el proceso que se congeló hacia 2008. Todos los edificios abandonados o en desuso se transformarán o demolerán. Y el tejido de oficinas, sedes de empresas, coworkings, servicios y viviendas se volverá homogéneo. Coserá finalmente el barrio con el resto de Barcelona. Para bien y para mal.

En Barcelona. Libro de los pasajes (2017) describe el Poblenou del s.XIX con tres colores el verde los prados, el blanco de la ropa tendida y el negro del humo goloso e industrial (p.50). ¿Cómo definiría en tres palabras el Poblenou del s. XXI? 

Pues tal vez con el verde de los parques, las supermanzanas o los pasajes como el Trullàs; el azul del mar, que finalmente está unido a la ciudad de un modo orgánico; y el rojo del Bicing, como símbolo de un modo de trasladarnos y pasear más ecológico y sostenible, sin humos. De hecho, las gasolineras y los concesionarios van a ir desapareciendo del Poblenou. Es el signo de los tiempos.

Por eso para Jorge, el Poblenou es:

Verde
Azul
Rojo

Imagen de portada © Pablo Tosco