En medio de la construcción del distrito del 22@, mientras se alzan imponentes y modernos edificios, encontramos un lugar congelado en otra época: el pasaje Ali Bei.
Curiosamente este lugar tomó su nombre de la calle por la cual se accedía. Sin embargo, en la actualidad, su entrada se realiza por la calle Tánger. La razón se debe a que a principios del siglo XX, la actual calle Tánger se consideró un tramo de la calle Ali Bei. Igualmente sucedió con otro tramo de la misma vía que tomó el nombre de Marruecos.
En la actualidad, para llegar a la calle Ali Bei debemos ir al barrio de Fort Pienc, cruzando la avenida Meridiana hacia el paseo Arc del Triomf.
Pero, ¿quién fue Ali Bei para tener una calle y un pasaje en Barcelona? Lejos de lo que nos pueda hacer pensar su nombre, fue un viajero, explorador y diplomático barcelonés. Ali Bei era en realidad, Domènec Badia i Leblich que nació en 1767 en la ciudad condal.
Manuel Godoy quería iniciar relaciones comerciales con el sultán de Marruecos Mulay Solima. Sin embargo, el dirigente alahuita desconfiaba de los cristianos. Así que pidió a Domènec Badia, administrador público, que se transformara en Ali Bei El-Abbassi, un príncipe árabe.
La metamorfosis fue tal, que el sultán se creyó al personaje. Ali Bei aprovechó su nueva identidad para recorrer varios países árabes del continente africano y asiático. Durante su viaje cartografió esos lugares y fueron esos mapas los que más tarde utilizaría Francia para colonizar el norte de África.
Uno de los sitios más sorprendentes donde consiguió entrar fue en la Meca, el lugar sagrado reservado a los musulmanes. Se considera que Badia fue unos de los primeros occidentales en entrar en el recinto sagrado, llegando incluso a besar la Kaaba.
Su periplo lo recogió en la triología Viajes de Ali Bey el Abbassi por África y Asia que él mismo escribió. Domènec Badia murió en Damasco en 1818, unos dicen que traicionado, otros por disentería.